Asociación Espírita Internacional CEPA

Impulsora del pensamiento espírita humanista, progresista y librepensador.

Allan Kardec

Pedagogo francés. Fundador de la Filosofía Espírita.

León Denis y Manuel Porteiro

Grandes exponentes del pensamiento espírita.

Gabriel Delanne

Reafirmó el carácter científico del Espiritismo.

lunes, 23 de diciembre de 2019

DERECHA E IZQUIERDA: ¿DÓNDE SE SITÚA EL ESPIRITISMO?



Por: Milton Medrán Moreira
Fuente: Editorial de Opinião. N°. 279 de noviembre de 2019.

Milton Rubens Medran Moreira
Ex presidente de la CEPA (2000/2008)
Traducción: Jon Aizpúrua

“Es (el espiritismo) una doctrina que no cabe dentro de parcelas, religiosas o políticas, tanto sean de derecha como de izquierda. Ni la radicalización violenta, muy del gusto de ciertas manifestaciones izquierdistas, ni las posiciones retrógradas, muy propias de ciertas tendencias derechistas” (Deolindo Amorim. “El Espiritismo y los Problemas Humanos”).

Las expresiones “derecha” e “izquierda” para designar posiciones políticas fueron creadas en la Francia del siglo 18, un período marcado por la Revolución Francesa, en el cual las clases más pobres, en particular el proletariado, reivindicaron derechos reconocidos como naturales, pero que le fueron negados durante muchos siglos. Los privilegios de la nobleza y del clero serían entonces fuertemente cuestionados con la instauración de la Asamblea Nacional Constituyente, en cuyas sesiones los representantes de la nobleza se sentaban a la derecha, en tanto que los representantes de los campesinos y los trabajadores tomaban asiento a la izquierda.
A partir de entonces, dos grandes ideologías, aunque con innumerables y diferenciados segmentos, fueron marcando la política en el mundo. A groso modo, se puede, conforme al magisterio del filósofo político Norberto Bobbio, caracterizar a la izquierda como aquel pensamiento político que persigue la promoción de la justicia social, en cuanto la derecha tiene como meta principal la defensa de la libertad individual.
Bajo esos dos parámetros del pensamiento, teóricamente, se ha desarrollado la política interna y externa de las naciones, en el curso de estos dos últimos siglos. Los valores igualdad y libertad, con mayor o menor énfasis, inspiran programas de gobierno e influyen en la formación de bloques de naciones en el campo de las relaciones internacionales. Pero también sustentan la militancia vigorosa de partidarios de una o de otra forma de pensar, y, con mucha frecuencia, suscitan posturas y acciones extremistas conduciendo al sectarismo, al fanatismo, a la beligerancia y a la intolerancia.
Mismo que por sus excesos, las ideologías hayan alimentado, en la historia reciente de la humanidad, las guerras, las revoluciones sangrientas y la pérdida estúpida de millones de vidas humanas, los valores teóricamente defendidos por ellas son positivos. Se tornaron en instrumentos valiosos de transformaciones sociales y políticas. Adherir a una de ellas y hacer de eso medio de promoción humana y social es, indudablemente, una forma de servir a la sociedad.
Entre tanto, mirar al hombre y al mundo bajo el prisma exclusivo de una ideología conduce a visiones parciales de la realidad social y política. Exactamente por eso es que las ideologías adoptan formatos concretos y se materializan en partidos políticos que representan, justamente, partes del todo social. Estos, cuando son auténticamente ideológicos y no meras corporaciones fisiológicas que persiguen solamente privilegios personales o de grupos, en detrimento del bien común, se erigen en herramientas indispensables para la democracia y el progreso.
A diferencia de las ideologías, la filosofía permite una mirada más amplia del hombre y del mundo. El espiritismo, por ejemplo, extrapola cualquier propuesta ideológica y ofrece a su atento estudio una perspectiva acerca del ser, su origen y destino, capaz de conferir un sentido pleno de significaciones y de racionalidad a la existencia humana y al mundo en su entorno. Definido por el pensador español Manuel González Soriano en su libro “El Espiritismo es la Filosofía” como “síntesis esencial de los conocimientos humanos aplicados a la investigación de la verdad”, el espiritismo, doctrinariamente, es una propuesta de conocimiento y de vida que consagra todos los grandes valores de la existencia humana, donde figuran, y de manera destacada, los de la igualdad entre todos los seres humanos y de la libertad como instrumento del proceso evolutivo del espíritu inmortal.
Así, más que una ideología, el espiritismo es esencialmente una filosofía. De este modo, sería imprudente tacharla como “de izquierda” o “de derecha”. Intentos de aproximaciones entre él y las demandas desarrolladas por una u otra ideología son válidas en la medida en que, en la propuesta espírita, cargada de auténtico humanismo, se manifiestan los valores presentes en las visiones parcialmente adoptadas por las ideologías. Eso no impide que el espírita, como ciudadano y como agente de transformación de las instituciones políticas y sociales del mundo, asuma esta o aquella ideología, valiéndose de los respectivos instrumentos formales de actuación para impulsar aquellos valores humanos que le parezcan más adecuados a la sociedad donde vive.
Así, no debe causar cualquier incomodidad o sensación de indebida inversión doctrinaria la existencia, como la que ahora fue anunciada, del movimiento “espíritas a la izquierda” reuniendo espiritistas que luchan políticamente por debelar arraigadas desigualdades sociales y que, en determinadas fases de la historia, se intensifican por fuerza de las resistencias conservadoras, siempre presentes en la sociedad. Tampoco, la adopción de ideas liberales por parte de espíritas afectos a esa propuesta ideológica contraría, en tesis, la propuesta espírita. Las numerosas vertientes y segmentos, más o menos radicales, en que se desdoblaron las llamadas “derecha” e “izquierda” en el mundo, permiten vislumbrar en ambos campos ideológicos elementos capaces de contribuir con la buena política, conduciéndola a estadios éticamente mejores que los alcanzados hasta ahora.
Lo que se debe tornar innegociable para el espírita, esto sí, es la defensa de la democracia, de la transparencia en la política en pro del bien común, así como la práctica de la tolerancia y del diálogo con los que piensan de modo diferente. A la lucha por la igualdad y la libertad se debe agregar la idea generosa de la fraternidad, como propusieron los teóricos iluministas que prepararon los caminos que conducían al moderno estado de derecho.
Menos aceptable además es que los cultivadores de la filosofía espírita, que es de amor y tolerancia, se tornen agresivos unos con otros en la defensa de sus posiciones políticas, irrespetando normas de cortesía y haciendo que el debate político descienda al terreno de la agresión personal, de la grosería y la incivilización.
Igual es inaceptable que, en nombre de una ideología, se justifiquen actos de corrupción o se apoyen políticas contrarias a los derechos fundamentales del ser humano, tales como la tortura, la violencia estatal contra el ciudadano, la discriminación religiosa, la misoginia o el racismo. Posturas de esa naturaleza son, sí, incompatibles con el espiritismo y deberán, en cualquier régimen político y bajo cualquier gobierno, ser combatidas por los espíritas auténticos: aquellos realmente capaces de sobreponer la excelencia filosófica espírita a las provisionales ideologías de un mundo en transformación.

sábado, 26 de octubre de 2019

IMPORTANCIA DE LA ESPIRITUALIDAD EN NUESTRA VIDA


Por: Daniel Torres


Las convulsiones sociales, políticas y económicas del día a día, arrastran al ser humano a una lucha intensa por la sobrevivencia, la justicia y la prosperidad; en la cual el alimento y la seguridad son fundamentales para la subsistencia (necesidades de orden inferior, según Abraham Maslow). No obstante, aún en condiciones extremas la espiritualización tiene un valor incalculable en la transformación del ser y en la manera de encarar estas situaciones.


En este panorama general caracterizado por un consumismo exacerbado, el ser humano adquiere una miopía que le limita alzar su vista hacia lo trascendente y se enfoca casi totalmente en lo material; es decir, ocupa su espacio de tiempo en desear lo que los demás tienen, o bien, en las ansias de tener las últimas novedades que el mercado ofrece.  Las redes sociales mal encausadas y la diversidad de opciones para sumergirse en el entretenimiento, producen un desenfoque de la mente en asuntos verdaderamente importantes.



Además, Cuántos casos lamentables se presentan en nuestra sociedad producto de la ambición. Es triste ver cómo a nivel gubernamental en varias regiones del mundo la corrupción es la noticia del día, y no les importa asegurar su futuro y el de sus descendientes acosta del sufrimiento y la pobreza de los habitantes de su país. Niños afectados por desnutrición crónica, enfermos muriendo en los hospitales por falta de medicamentos, mientras ellos continúan amasando fortunas y disfrutando de los placeres. Cubren su conciencia con un blindaje que anule los buenos sentimientos, pero lo que no se percatan es que al llegar el ocaso de su vida nada material se llevan, todo se acaba. Por más que se esfuercen en amasar bienes o en adquirir poder para sentirse satisfechos, lo que están provocando es una fuerte carga moral y un gran daño a la población producto de sus acciones. El psicólogo Erich Fromm acuñó una frase que ilustra los efectos de esta ambición y apego por el tener: “si soy lo que tengo, y lo que tengo lo pierdo, entonces ¿quién soy?”
Erich Fromm
Lo mencionado anteriormente, no implica una negación total a lo material, tampoco una condena a los avances tecnológicos, son un recurso valioso siempre que sean bien utilizado. La propuesta espírita es clara: todo aquello que se haga de forma lícita, ecológica, equilibrada, sin excesos y de forma constructiva es válido.

Sabido está por la generalidad, que tras dejar este mundo, nadie se lleva ningún objeto material. Pero tomar conciencia plena de esa realidad y vivir de acuerdo a ello, no siempre sucede. Las condiciones de la vida, presente y futura, cobran sentido cuando se comprenden sus leyes de acuerdo a una óptica mayor: la espiritual. Y esa comprensión llega a través de lo que se ha interpretado como el despertar de la conciencia. Esta se manifiesta a través del reconocimiento de la transitoriedad de la vida material, el propósito de su estadía en este mundo, el fortalecimiento de su ser interior y su relación armoniosa con todo lo que le rodea.  

El Espiritismo fomenta una espiritualidad sin dogmas, sin fórmulas secretas y sin rituales. No es una espiritualidad contemplativa, sino activa y reflejada en el diario vivir. La razón, la intuición y la evidencia científica son elementos fundamentales en la comprensión e interpretación de la realidad espiritual. Además, la ética espírita por su misma naturaleza, se integra a esa visión espiritual, y se aplica a toda la gama de procesos por los que transita el alma. Temas como el desapego, las pasiones desenfrenadas, el orgullo y el egoísmo, vastamente abordado por distintas culturas y filosofías, cobra sustento y consistencia con los fundamentos que el Espiritismo propone.



Con la comunicación de los espíritus y la reencarnación, se logra comprobar que el único equipaje que acompaña el alma en su tránsito hacia el mundo espírita, es lo que sembró en su ser producto de sus acciones u omisiones, virtudes y debilidades. Así también es posible darle consistencia al tema ético producto de los resultados que producen los actos humanos en la conciencia del individuo no solo durante la vida física, sino también en su realidad y expresión como espíritu luego de la desencarnación. 

Vivir en un estado de espiritualidad, de acuerdo al Espiritismo, no implica aislamiento, ni negación de la realidad. Es vivir en armonía y solidaridad con los semejantes. Es trabajar en superar las propias debilidades y enfrentar las dificultades con coraje y optimismo. Es tener plena conciencia que cada quien construye su propia felicidad y su propio progreso.

La espiritualidad no es propiedad de ninguna corriente filosófica o religiosa. Es un estado elevado de la conciencia que se refleja en nuestros pensamientos, sentimientos y acciones. Y este estado nos permite llevar una vida recta, finalizando la etapa actual de nuestra existencia con valiosas experiencias y gratas satisfacciones. Siddharta Gautama (Buda) da una valiosa recomendación: “Al final de la vida solo tres cosas importan: lo mucho que amaste, lo bondadoso que fuiste y la facilidad con que dejaste ir lo que no era para ti”.

Artículo Extraido de la Revista Evolución N° 5. 
Movimiento de Cultura Espírita CIMA. Caracas, Venezuela.